#OrgulloLechero
Por Redacción , 27 de enero de 2021

Alejandro Álvarez, el productor que dejó el Ejército para dirigir la lechería familiar con disciplina y entusiasmo

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Hace una década junto a su esposa asumieron la administración de la lechería familiar ubicada en el sector de Pichidamas, en Osorno, la que después de mucho esfuerzo hoy cuenta con 600 vacas masa y una producción de 3.400.000 litros anuales.

Hace 10 años, Alejandro Álvarez Pinochet, dejó el Ejército para asumir la administración del predio lechero que heredó su esposa, Fernanda Mohr Guiresse. Así tomaron la decisión como familia de regresar junto a sus cuatro hijos a Osorno.

Su suegro, Eduardo Mohr Christoph, quien venía de una larga tradición ganadera, fue uno de los primeros productores de Calo, por lo que asumir este reto, resultaba un gran desafío para la familia y significa mantener una tradición y crecer con eficiencia. 

“Mi suegro sufrió un accidente y no pudo seguir trabajando el campo, lamentablemente fallece y es mi suegra Cristina Guiresse Pinninghoff, quien asume el trabajo por 30 años. Cuando me caso con mi esposa tomamos el compromiso de seguir con la producción lechera”, explica Álvarez.

Así tras una carrera de 24 años en la institución castrense, llegó a Osorno, para instalarse en el predio ubicado a 35 km al sureste de Osorno, en el sector de Pichidamas, tras haber estado en Santiago gran parte de su carrera.

Oriundo de Talca, el productor también viene de una familia de agricultores, por lo que le resultaba natural la cercanía con el campo y el valor y la importancia de este sector.

CRECIMIENTO

Al poco tiempo de llegar al predio, Alejandro y su familia deciden que era necesario hacer un cambio drástico y dar un salto y crecer, por lo que pasó de una lechería de 160 vacas en ordeña a 600 vacas en 270 hectáreas, de las 480 hectáreas que alcanza el predio. Mantuvo la raza Holstein Holandés que tradicionalmente tuvo la lechería, alcanzando actualmente una producción anual de 3.400.000 litros, que entregan a Nestlé.

La nueva sala de ordeña cuenta con un equipo de 24 unidades y la última tecnología en su momento.

También tuvo que realizar diversas inversiones para hacer más eficiente el proceso. Así renovó la lechería, pasando de una con salida frontal de 8 unidades a un sistema de espina de pescado de 24 unidades, de última tecnología en su momento. Además instaló un patio de alimentación, y de espera, pozos purineros, sembraron con ballica y mejoraron caminos. Mantuvo además al equipo de 10 trabajadores que tradicionalmente se ha desempeñado en el predio. 

Este año, igualmente, una de las inversiones más nuevas e importantes que establecieron es un galpón de parición, donde van a llegar vacas a las que les falta un mes para su parición, donde van a comer, dormir y parir en las mejores condiciones posibles.

“Debemos seguir invirtiendo y trabajando. El camino sin duda es innovar y ponernos a punta en tecnología. Estos 10 años han permitido establecer un sello de trabajo, orden, y disciplina, donde han cobrado un gran valor lo que me entregó el Ejercito que me sirve ahora para administrar el campo”, comentó. 

Sobre su sistema de trabajo, enfatizó que tiene a su cargo el área de Operaciones y su esposa Finanzas. “Yo propongo una planificación de los cambios que quiero hacer y ella da la aprobación económica, con una visión de conjunto. Todo lo hacemos en forma familiar, contamos con buenos asesores también, pero en las decisiones el control no lo delego. Es muy importante siempre que la decisión final esté a cargo del productor, la responsabilidad, y el fracaso es tuyo y de nadie más”.

Con dos hijos en la universidad y dos en etapa escolar, explica que aún ninguno de ellos manifiesta su interés por seguir en la producción lechera. “Debe ser porque han visto que en estos 10 años he tenido una dedicación exclusiva y muy demandante. Creo que lo que proyectamos es que mantengan el campo como un todo y que familiarmente tomen sus decisiones a través de un directorio, pero siempre bajo el control de ellos. 

LA IMPORTANCIA DEL GREMIO

Otra de las facetas de Alejandro Álvarez es el área gremial, donde como socio de Aproleche asumió el desafío de ser director durante tres periodos, alcanzando un total de seis años como directivo. “Mi rol era el de una persona que no estaba vinculada históricamente al sector. Venía desde ‘fuera’ y podía aportar un punto de vista diferente. Conocí personas muy trabajadoras, muy nobles y que aportan en forma anónima a sus pares y sin ninguna remuneración, dando su tiempo”, explica.

En 2020, Álvarez decidió dejar el cargo. “Siento que ya hice mi aporte por eso me retiré y estoy abocado a ser mejor productor”, explica.

Sobre la importancia de estas asociaciones, explica que son de mucha importancia. “Sino existieran, la industria nos ‘come con zapatos’, y en ese sentido me gustaría que parte de los socios fueran más condescendientes con las personas que están trabajando en forma anónima y en forma gratuita con ellos y apoyaran más, por ejemplo, en la asistencia a reuniones”, señala.

Otro de los aspectos vitales para el productor es también poner en valor el aporte que el sector lechero a través de los agricultores hace a la economía de la zona. “Siento que falta más apoyo de la gente, en el sentido de respaldar a los lecheros, por ejemplo, cuando baja el precio de la leche. Hay que entender que si le va bien al lechero le va a ir bien a Osorno y eso no lo tiene internalizado el ciudadano, y nos falta trabajar en ello. Si al agricultor le va mal, siempre tratará de responder y responderá sus obligaciones silenciosamente. Si está en una situación compleja, por ejemplo, toma unos terrenos, vende y paga sus deudas, el agricultor es noble y va a dar la cara siempre, lo que no se ve en otros rubros, que quiebran y dejan a su gente botada”.

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