Raquel Calderón, la productora que crece con genética y sustentabilidad

Después de vivir en Santiago, regresó al sur para emprender en lechería en el sector de Río Negro, donde tuvo que aprender todo, con el apoyo de asesoría especializada.

Raquel Calderón es una apasionada por el campo, que dejó su vida en Santiago para aventurarse con un proyecto lechero en el sur de Chile, logrando consolidarse con Agrícola Mallinco en un rubro tan complejo como exigente, que además de carácter, demanda visión estratégica y una gran capacidad de gestión.

La productora, quien forma parte de la serie Agronauta, es una productora agrícola que se instaló a 4 km de Río Negro. En un predio de 127 hectáreas, 90 productivas y 63 dedicadas a lechería.

Su inicio en las actividades en el campo fue en 1992 a raíz de la jubilación de su marido. Hija de agricultores, creció en el campo y siempre se sintió cercana a la tierra. Sus padres le heredaron ese terreno virgen y decidió venirse para desarrollar su vida en el campo. 

“No fue un periodo fácil. Cuando llegué al campo, había una tranca afuera y cinco potreros grandes y nada más. Hubo que hacer caminos de acceso, proveer de agua y electricidad y hacer pequeñas construcciones para iniciar la lechería. Mi madre con muy buena visión había iniciado una pequeña producción lechera con 10 terneritas, a las cuales yo agregué 10 más e hicimos una pequeña sociedad donde inicié una lechería muy rudimentaria”.

Con una producción inicial de tan solo 2 tarros de leche que entregaba a una quesería de la zona, Raquel se inició en el rubro, donde además formó a quien se convirtió en su mano derecha hace 25 años.

De a poco implementó cerco eléctrico, afinó el pastoreo y el manejo sanitario. “Tenía que aprenderlo todo, porque no sabía nada”.  Un apoyo fundamental ha sido el veterinario Pablo Koepfe.

Más tarde se incorporó a proyectos pilotos de la planta lechera, como sanidad mamaria, “y cuando ya se hizo oficial el control de calidad de leche yo estaba adelantada. Cuando se cambio de tarro a estanque también dije yo. La tecnología hay que ir adoptándola, no se puede retroceder, no se puede mirar atrás”.

Con empuje la productora que forma parte de Aproleche y de la Fundación GTT, donde es tesorera del Consejo Regional, crece con perseverancia y especialización hacia el futuro.

Crecimiento

Con un predio con 182 vacas, y una producción en 2020 de 855 mil litros, que entrega a Watts, la productora, tuvo que apostar por el crecimiento de la lechería con mejor equipamiento y remodelación. “En la medida que el campo me daba capital, lo invertía. Al principio comencé con yunta de bueyes y carretas y ahora tengo implementadas las cosas básicas en el campo”, comentó.

Una de las últimas inversiones en 2020 fue la construcción de una plataforma de alimentación  con capacidad para 150 vacas, que resultaba imprescindible para evitar el deterioro de las praderas en invierno. “Fue una gran solución en invierno, que ahorró tiempo y liberó las praderas de deterioro invernal. Fue muy positivo y se benefició la sanidad de la vaca. No hay problema de pezuña y de sanidad mamaria. Se aprovechó muy bien la alimentación y se superaron mis expectativas”, señaló.

 Junto con ello, el personal  estuvo más cómodo y sin lidiar con el barro.

Debido además a la dureza del verano por las escasas precipitaciones y las altas temperaturas, fue muy oportuno.

A futuro también espera hacer una segunda etapa de evacuación de los residuos que en una primera etapa se hace con la pala del tractor.

Un factor clave sin duda, es el personal, a quienes se preocupa de entregar las herramientas necesarias. "No podríamos hacer nada sin ellos. Cada día hay más dificultades para encontrar personas que trabajen en el campo, y que tengan conocimiento. Está en nuestra responsabilidad entregar capacitación al personal y no hay que tener miedo a eso, al contrario, yo lo he hecho y vaya que me ha servido".

Desafíos

La búsqueda de una genética adecuada ha sido otro de los desafíos para la productora. Después de probar con  Montbeliarde y Hollstein Rojo, hoy su apuesta es el Rojo Danés sobre Montbeliarde, que destaca por alta fertilidad, y resistencia a la mastitis, buenas pezuñas y medianamente liviana, pero ante todo le ha dado mejora en sólidos. 

En este aspecto además, resulta clave el trabajo en la pradera, “debemos manejarla como corresponde y es la base de nuestra producción, debemos tener más conocimiento y más constancia en el control del pastoreo, como también saber elegir las variedades”, señaló.

Por eso, además de las ballicas, optó por pasto ovillo que prevalece en las sequías de verano. “Más allá de la buena gestión de la pradera, nos vemos en la obligación de optar por alimentación suplementaria, la que este año se abocó a raps forrajero. También hice el experimento con achicoria y quedé muy conforme y para el invierno, el maíz, que ha resultado algo infalible”, señaló.

Otro factor importante para esta productora, es el recurso natural, como el bosque nativo, “Nosotros, la gente de campo tenemos que cuidar. Es una riqueza que algún día nos agradecerán. Es muy fácil sacar un árbol para poner un pivote, pero nosotros no lo hacemos. Tenemos que cuidarlos, pertenece a la naturaleza, es parte de nuestra misión”, señala junto a uno de los centenarios pellines que están en su predio.

Otro de los desafíos para la productora es el riego, ya que debido a la sequía le resulta urgente buscar opciones de riego. “No puedo aspirar a riego total, pero tengo pozo. Esa es la tarea de este año”, concluye la productora.

Para revivir su historia, puedes conocer más de Raquel Calderón en la serie Agronauta, donde está el testimonio visual.